Lo han intentado. Muchas veces. Ponerse en medio nuestra. Ofrecerme otras bocas, otros cuerpos. Otras palabras. Incluso cuando estabas en tus peores momentos, con mis dudas a flor de piel y tu imagen cada vez más borrosa en mi cabeza. Sin saber ya qué eramos y a que pedazo aferrarme.
Y en menos de dos días y dos noches. En menos de 10 cigarrillos, dos copas, dos fiestas. En menos de lo que se tarda en estirarse en su cama y darse cuenta de que después de tantos meses estás otra vez ahí. Con el ventilador arriba, los peluches colgados, los cuadros de ballet, su maleta en el suelo,y su cuerpo acompañándote. Duermes, y es mejor no tocarte, que siempre te dan los berrinches. Que parecen que te están sacando de tu hibernación. Escojo un beso y oler tu pelo, pasar la mano por tu cintura y en tu primer resoplido de molestia, taparte con la manta y observarte un rato más. La noche es larga.
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