Elegí la vida complicada. Preferí la montaña rusa que no deja de subir. Inventarme la película. No conocer el término medio, alejándome de la virtud. Hacer planes que nunca podría cumplir. Querer aprender a hacer todo y no conseguirlo. Crear una filosofía inventada y salpicadas de cosas que no estaban bien. Dominar los impulsos cuando fuera estrictamente necesario. La superación. La exigencia. No agradar a todos. No saber perder el tiempo. Agobiarme cuando en mi día hay más de una hora muerta. Tener el cansancio pintado en los ojos, siempre. Saber que tanto café me acabaría afectando. La desorganización. La improvisación.
Y sabía que, en algún momento, la cuesta de la montaña rusa terminaría y que comenzaría a caer...hasta el impacto. ¿Y qué? solo habrá que recomponerse y...comenzar a escalar otra vez.
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